1213: Pedro II de Aragón es derrotado por Simón de Monfort en Muret

El 12 de septiembre de 1213, Pedro II de Aragón perdía la vida al ser derrotado por Simón de Monfort en la batalla de Muret. Paradojas de la historia, el héroe de las Navas de Tolosa, el Rey que había sido coronado en Roma, renovando los votos de su vasallaje al pontífice Inocencio III, moría defendiendo la herejía albigense ante los caballeros cruzados de Simón de Monfort.

El reinado de Pedro II de Aragón se vio determinado por su herencia traspirenaica, que le obligó a defender un proyecto de imperio occitánico del que dificilmente podía salir victorioso. El padre de Pedro II, Alfonso II de Aragón, recibió en herencia de su primo la Provenza francesa, lo que le permitía acercarse al viejo sueño de Ramón Berenguer IV; un reino que limitase al norte con la línea del Ródano y al sur con la región de Murcia. Inclinada ya su política hacia el Mediodía francés, Alfonso renunció a Murcia en el Tratado de Cazola y trató de hacerse fuerte en la Provenza frente al conde de Toulouse.

Pedro II llegaría al poder con la obligación de atender a sus dominios extrapeninsulares, no obstante tomó parte en la gran batalla de su tiempo, las Navas de Tolosa y colaboró en la Reconquista avanzando sus límites fronterizos hacia la codiciada plaza de Valencia. 

Al norte de los Pirineos, la defensa de un bloque político entre el Ródano y el Ebro, llevó al monarca aragonés a enfrentarse con las regiones del norte, encontrándose en el medio con la expansión de los herejes albigenses. 


Ni los cruzados que lideraba Simón de Monfort perseguían sólo el triunfo de la ortodoxia ni el buen monarca aragonés pretendió nunca defender la causa albigense. La lucha religiosa se sumó a la política y los intereses quedaron entrecruzados. En el plano militar, Simón de Monfort era el mejor general de su época y se impuso con lógica, haciéndose con todo el Languedoc, el condado de Toulouse y el ducado de Narbona. En vano intentó Pedro II buscar la paz encomendando a Monfort la educación de su hijo Jaime, el futuro Rey Conquistador, que crecería en cautividad hasta que el Papa lograse su liberación.



El resultado de Muret provocó el repliegue de la corona aragonesa hacia este lado de los Pirineos, encontrando entonces que habían pecado de soberbia renunciando a la frontera del sur por el volátil sueño del Mediodía francés.


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