La Tradicion inventada por el nacionalismo

Hoy, en Cataluña, se toman como realidades multiseculares toda una serie de hechos que en realidad se han incorporado al imaginario catalanista sólo muy recientemente. 

Por el contrario, tradiciones muy arraigadas durante siglos, como las fiestas taurinas, son tomadas como elementos extraños. El propio catalanismo, con apenas un siglo de historia, pretende encarnar el alma de una Cataluña casi milenaria, reconfigurando no sólo la historia de Cataluña sino la del propio catalanismo.


De hecho, el nacionalismo moderno pretende dotar al catalán de una identidad que nada tiene que ver con la identidad de los hombres que ocuparon estas tierras durante siglos. Peor aún, se puede sospechar que el innegable triunfo actual del catalanismo, más que reafirmar una identidad cultural, ha provocado un vaciamiento identitario, sólo sustituido por cuatro elementos simbólicos, tres agravios históricos y altas dosis de sentimentalismo.

En la obra En tierra de fariseos, Oriol Malló y Alfons Martí sentenciaban con toda rotundidad:

El catalanismo ha conseguido su mayor éxito: convertir Cataluña en un desierto de almas. No quedan tenderos, republicanos, burgueses ni obreros. Casi tampoco católicos de comunión diaria. Todos somos clase media, champiñones de una nueva especie cultivada en el estercolero de la posguerra. Sólo sabemos que fuimos víctimas de Franco, que somos los buenos, y nos basta. Aunque nada sea verdad.

Tremendas palabras, en la medida que se acercan a la realidad. Cuanto más se alzan las voces reclamando la identidad cultural de Cataluña, más fácil es detectar la vacuidad identitaria y espiritual que reina en la actual sociedad catalana.

(...)

En todo resentimiento se esconde un desprecio hacia lo que uno mismo es. El poeta catalán decimonónico Joaquín Bartrina, en una famosa poesía, escribía:

    Oyendo hablar un hombre, fácil es
    saber dónde vio la luz del sol.
    Si alaba Inglaterra, será inglés.
    Si os habla mal de Prusia, es un francés
    y si habla mal de España... es español.

Por eso, en los habituales desprecios del catalanismo hacia lo español es donde mejor se demuestra la españolidad de nuestros nacionalismos.

(...)

Durante mucho tiempo, en la Cataluña rural se vio en el catalanismo una especie de extravagancia de "los de Barcelona", especialmente de algunos burgueses. De hecho, no podría entenderse el catalanismo sin la voluntad de la burguesía catalana de acoger esta nueva ideología. Una ideología que ha sobrevivido a la conservadora burguesía catalana para acabar arraigando en los elementos más izquierdistas de Cataluña. Hoy, no deja de ser divertido contemplar cómo una ideología que arrancó de los elementos más conservadores de la sociedad catalana es defendida a ultranza por la izquierda.
El mito del corazón de Maciá y el suicidio de Xirinachs

Una anécdota histórica, no muy conocida, ilustra perfectamente lo que el nacionalismo es, respecto de su tratamiento de la historia.

Corrían las últimas semanas de la Guerra Civil y todos los republicanos preparaban su huida de Barcelona. Tarradellas, en esos tiempos de incertidumbre, mandó a un funcionario al cementerio para recoger el corazón de Macià. Cuando falleció el primer presidente de la Generalitat republicana, en una extraña ceremonia de carácter masónico, se decidió preservar su corazón en una urna que se depositó en la misma tumba. Tarradellas, en un arrebato patriótico, decidió llevarse al exilio la urna con el corazón de Macià y enterrar el cuerpo en otra tumba para que no fuera profanado por las fuerzas nacionales. Durante el exilio, la urna y su custodia dieron lugar a todo tipo de anécdotas que acabaron felizmente. Regresado Tarradellas a Cataluña, decidió realizar protocolariamente la entrega del corazón de Macià a su familia el 10 de octubre de 1979. El acto se celebró en el Palacio de la Generalitat, y luego los familiares y Tarradellas, en privado, se dirigieron al cementerio. Lo que ya no se suele contar es la sorpresa que se llevaron al depositar de nuevo la urna.

Resulta que ahí ya había otra con un corazón. El caso es que el funcionario que había enviado Tarradellas en 1939, posiblemente con las prisas, prefirió ir a buscar otro corazón más asequible y colarle un gol al político republicano. Así, Tarradellas estuvo cuarenta años paseando un corazón por Europa, como custodiando la quintaesencia de Cataluña, que ni siquiera era el de Macià. En esta anécdota, como en el propio nacionalismo, la ilusión sustituye la realidad. Cuando la clase política actual, bastante deprimente, habla de Cataluña, uno tiene la sensación de que nada tiene que ver con la Cataluña real.

Entre las figuras trágicas del catalanismo reciente, y no hay pocas, destaca una: la de Luis María Xirinachs i Damians. Era un escolapio de familia franquista que acabó rebelándose contra la jerarquía eclesial.

Sustituyó su entusiasmo religioso juvenil por un arrebato antifranquista que le llevó a prisión. Con la transición, en 1977 y gracias a su fama, logró ser elegido senador por Barcelona. Luego se aproximó al independentismo revolucionario y en 1980 encabezó la candidatura al Parlamento de Cataluña del Bloc d'Esquerra d'Alliberament Nacional (BEAN), embrión de grupos revolucionarios separatistas. En sus últimos años, olvidado por la clase política y por la Cataluña que pretendía liberar, inició una acampada ante el Palacio de la Generalitat. Cual nuevo Gandhi, pretendía así conseguir la independencia, aunque simplemente constituyó un elemento pintoresco en la plaza de San Jaime. En 2007, presa de una enfermedad y absolutamente desencantado con la clase política catalanista, preparó su suicidio. Dejó una breve nota, titulada "Acto de Soberanía". El texto es estremecedor, en la medida en que denota el trance psicológico del personaje, y dice así:

    He vivido esclavo 75 años en unos Países Catalanes ocupados por España, por Francia (y por Italia) desde hace siglos. He vivido luchando contra esta esclavitud todos los años de mi vida. Una nación esclava, como un individuo esclavo, es una vergüenza para la humanidad y el universo. Pero una nación nunca será libre si sus hijos no quieren arriesgar su vida en su liberación y defensa. Amigos, aceptadme este final absolutamente victorioso de mi contienda, para contrapesar la cobardía de nuestros líderes, masificadores del pueblo. Hoy mi nación deviene soberana absoluta en mí. Ellos han perdido un esclavo. ¡Ella es un poco más libre porque yo estoy en vosotros, amigos!

La identificación entre la nación y el propio yo, entre las ofuscaciones personales y las colectivas, entre la liberación y la autoeliminación, no deja de ser sintomática de la situación actual. Aquellos que se lanzan a la liberación de Cataluña, posiblemente quieran, sin saberlo, liberarla de sí misma, de lo que fue y de lo que debería ser. Por eso, con la hipotética independencia de Cataluña se produciría algo que sería muy difícil de entender para sus artífices: la muerte de Cataluña.

Un toro, un burro .

Corrían los años noventa del siglo XX. Poco a poco, en Cataluña, especialmente en Barcelona, se puso de moda colocar una pegatina del famoso toro de Osborne en la parte trasera del coche. Este distintivo era especialmente llamativo en los taxis por estar colocado sobre fondo amarillo. Esta costumbre, en principio nada politizada y absolutamente espontánea, fue tomada como un agravio simbólico por parte de ciertos elementos nacionalistas. Un empresario gerundense, del Pla de l'Estany, ideó un contraataque lanzando la campaña Planta't el Burro (colócate el burro). Se trataba de difundir una pegatina del dibujo de un burro autóctono, el burro catalán, que debía representar el espíritu de esfuerzo, constancia y abnegación de los catalanes. Así se contrapesaba el espíritu de la España cañí que representaba el toro. De hecho, los elementos independentistas más radicales habían iniciado años antes una campaña de eliminación de los famosos toros de Osborne, acudiendo a la nocturnidad para derribarlos. Como el que no quiere la cosa, en Cataluña se vivió una guerra de símbolos entre apasionada y absurda.

La historia de ambos símbolos no está exenta de significantes que se les escaparon a los iniciadores de la campaña del burro.

El toro de Osborne, tan odiado por la izquierda separatista, fue diseñado por Manolo Prieto para representar el brandy Veterano. Prieto, colaborador de la agencia Azor, era un redomado comunista, que ideó el famoso toro inspirado en los carteles que el valenciano Josep Renau había dibujado para promocionar las corridas de toros en la España republicana durante la Guerra Civil. Sin embargo, sobre la autoría siempre ha habido discusiones.

El 9 de abril de 1998 aparecía en El País el siguiente obituario:
El publicista Miquel Monfort, creador del popular toro de Osborne, ha fallecido a los 62 años de edad a causa de una crisis cardiaca. Monfort había nacido en Terrassa y residía en Sant Cugat. Creó primeramente la empresa Dana y más tarde la agencia MMLB, que hizo campañas por España y América Latina.

Pero, sobre todo, Monfort será recordado por crear la figura del toro de la marca Osborne, que desde hace 20 años forma parte del paisaje rural español, está presente en la red viaria y ha sido declarada Patrimonio Nacional. Sin embargo, familiares del dibujante Manuel Prieto, que murió en 1991, reivindicaron ayer para éste la autoría del toro de Osborne.

En cierta medida, hay una explicación a esta reivindicación. Miquel Montfort, desde la agencia MMLB, convenció al grupo Osborne de la fuerza del logotipo de Veterano y les animó para que lo generalizaran a todo el grupo. Gracias a este catalán se inició la difusión de los famosos toros por todo el territorio español.

Así, el dichoso toro –tomado ahora como símbolo de lo patriotero y español– tiene algo de izquierdas y algo de catalán.

Las anécdotas sobre el burro catalán tampoco dejan de ser sorprendentes.

El burro catalán, una especie muy apreciada por su calidad en muchas partes del mundo, estaba a punto de extinguirse. La historia de su salvación arranca de mucho antes que la aparición de la famosa pegatina. Joan Gassó, en la comarca del Bergadá, inició hace 40 años la labor de recuperación del garañón catalán, que ya estaba prácticamente extinto. Consiguió, deambulando por los pueblos, juntar un grupo de treinta burras, muchas de ellas excesivamente viejas, y ningún macho cualificado para la monta. Desesperado y sin poder remontar la crianza, le llegaron noticias de que el ejército español aún tenía un semental en condiciones. En el antiguo Cuartel de Caballería de Hospitalet ciertamente había un burro catalán propicio para la reproducción.

Los mandos militares se lo ofrecieron de buen grado, y así, gracias al ejército español, se salvó la especie ahora reivindicada como símbolo por los nacionalistas. Esta anécdota no deja de ilustrar, incluso con cierto gracejo, lo fecunda que puede ser la colaboración, y la esterilidad de la aversión y el rechazo.

Pero la historia del burro catalán da más de sí. Una vez aparecieron las famosas pegatinas, pronto emergió el cainismo. Al teórico autor del burro le cayó pronto un pleito por plagio. Un diseñador de Sant Cugat, José María Fernández Seijó, reclamaba la autoría del dibujo. Tras un proceso judicial, el juez dictaminó una sentencia de lo más curiosa: reconocía a Fernández como verdadero autor intelectual del burro y a Sala como legítimo diseñador de la campaña. El juez estipulaba que las imágenes del burro eran algo diferentes.

A la utilizada para la campaña nacionalista se le había suprimido el flequillo y los genitales del dibujo original.

Las metáforas son libres para el lector.

Un jesuita, el padre Orlandis, maestro del ya mencionado doctor Canals, solía decir: "El catalanismo ha castrado a Cataluña", en referencia a la muerte del espíritu tradicional de Cataluña que comportaba la extensión del catalanismo, sobre todo entre elementos eclesiales. De momento, el que resultó castrado simbólicamente con la campaña fue el pobre burro.



basado en un texto original de  Javier Barraycoa

CONVERSATION

11 comentarios:

  1. Al autor se le ve mucho el plumero. No se de donde será, pero seguro que de muy cerca de la meseta.
    Es un experto manipulador.
    Se olvida del idioma que es lo que realmente se quiere defender, y se olvida de 1714 y la pérdida de los fueros.
    Para él solo hay una forma de ser español: Hablar español,besar la bandera y cuadrarse ante el himno.
    Cojea del pié de todos los nacionalistas españoles, tan obsoletos y caducos como los nacionalistas catalanes.

    Cataluña existe, existe desde hace mil años y merece ser respetada. No se debe uniformizar a los ciudadanos bajo una forma tardofranquista menospreciando sus símbolos.
    A decir verdad,desde la revolución francesa todas las guerras de una forma u otra han sido provocadas por los nacionalismos.El nacionalismo(cualquiera que sea) es genocida, de limpieza étnica y opresor .Y en eso coinciden el nazionalismo español tardofranquista y el nazionalismo catalán postdemocrático.

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  2. bueno, no se que articulo habras leido , pero en este precisamente no se habla del idioma , ni de la perdida de los fueros de 1714 , el autor es catalan , bilingue , y expresa su opinion sobre el nacionalismo catalan ,no como tu que solo emites , descalificaciones sin ton ni son , quejarse por quejarse , sin decir nada , tipico , tipico , pero coincidimos en una cosa y es que al igual que tu ,pienso que cualquier nacionalismo es malo , sea español , catalan , andorrano , o africano .el articulo no esta redactado para ofender ningun sentimiento catalan ,,pero todas las personas tienen derecho a conocer de donde proceden esos simbolos , la historia es la que es te guste o no y si eso segun tu es ser español tardofranquista , deberas demostrar de alguna manera la manipulacion de la informacion aqui expresada , porque el insulto no es garantia de tener razon ,pero si de tener poca cultura .

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  3. Sinceramente también soy catalán, bilingue, hijo de catalán hijo de aragoneses y una castellana.

    He visto hacer el ridículo a los políticos catalanistas y españolistas, lo del President Terradellas, pues no creo que tenga la culpa el buen hombre.

    Respecto a Catalunya, pienso que será lo que quieran sus ciudadanos, igual que España....

    El derecho internacional requiere para reconocer un estado soberano: Territorio, población y administración, y todo ello lo tiene Catalunya,

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  4. tengo que discrepar contigo , no existe ningun derecho internacional que se ampare solo en los conceptos que has escrito .

    un saludo

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  5. Que pena la incultura y el nazismo de algunos, pero bueno así se han destruido grandes naciones durante la historia, una pena Cataluña y los nazis que la pueblan que les vaya bonito. Buen post y con anécdotas históricas cuanto menos interesantes.

    Un saludo

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  6. A ver, que lo que se busca no es la independencia. es seguir perteneciendo a España pero como palomita suelta, tener nombre de nación y punto. Esa independencia es una broma que están gastando la prensa y los políticos.

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  7. Vaya,con el historiador.Esto esta copiado del señor Javier Barraycoa,sociolgo por cierto,vinculado a la Fundacion por la Defensa de la Nacion Española.Dicho de otro modo,un no nacionalista que exalta la nacion española!

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  8. En el articulo queda bien claro quien es el autor del mismo , desde el primer dia que se publico esta entrada en el blog.

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  9. Me llama la atención esta historia, en lo que refleja la necesidad de guardar símbolos del catalanismo. Y me preocupa. Fue más importante para el señor Tarradellas buscar urgentemente el corazón del Sr. Maciá antes que destruir archivos y documentos que durante la lógica represión Franquista se utilizaron en contra de muchos. Dudo que se dejaran abandonados por desidia u error. Lo cierto que años más tarde se ha solicitado y concedido el regreso de los documentos a la Generalitat desde el archivo de Salamanca...mi duda estriba en si se tratará adecuadamente esa documentación o por el contrario nos daremos cuenta tarde de que el corazón de Maciá no es el tal y han sido manipulados por intereses de turno.

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  10. Ahora resulta que ser católico es más radical, antisistema y gamberro que pertenecer al comando Mateo Morral, el que reivindica la bomba del Pilar. En realidad, no vale sólo con ser católico. El interfecto en cuestión debe sentirse además español, con lo que estamos ya ante un homínido realmente aterrador, una subespecie de tercera generación de la kale borroka, un sujeto verdaderamente alarmante, el sospechoso por antonomasia. Un incendiario, vamos. Francesc Homs es un político sin escrúpulos, sin aurículas ni ventrículos, o sea, un gran portavoz del Gobierno de la Generalidad, y del relato que expuso ayer, deduce que la beatificación de 522 religiosos que fueron asesinados durante la Guerra del 36 es un acto de alto riesgo. ¡Ojo!, una misa en Tarragona después de la Fiesta de la Hispanidad y la Consejería de Interior está en estado de urgencia como dos minutos antes que un Barça-Madrid. Parece ser que han detectado que entre los asistentes podrían infiltrarse toda clase de exaltados, católicos provenientes del resto de España más en concreto.

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  11. De partida, tengo que decir que el enfoque que les da el señor Barraycoa a los mitos citados en esta entrada se ajusta (hasta donde puedo saber) a la realidad. Lo lamentable es que, al parecer, dar la razon a alguien en este tipo de asuntos equivale a "ponerse de su parte" (seguro que a estas alturas de mi post ya tengo a algun catalan calificandome como españolista). Cuando la realidad es que se trata simplemente de tratar de ajustarse a la verdad historica. Al señor Barraycoa, nacionalista radical (español of course), me gustaria verle escribiendo sobre otros mitos, como la "Reconquista", don Pelayo, el Cid campeador o la "unidad indisoluble de la nacion epañola desde el tiempo de ..." (y aqui se digase, dependiendo del contexto, Viriato o los reyes catolicos, p.ej.) Y es que esto no tiene enmienda: los nacionalismos se inventaron precisamente para enfrentarse a otros nacionalismos

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