1519 :Los guerreros Aztecas
La guerra es un acto social que se repite en todas las culturas y como tal refleja las jerarquías sociales a través de trajes, insignias y ornamentos distintivos. En la sociedad azteca todos estos aspectos estaban perfectamente reglamentados y eran de gran complejidad, como se observa en las numerosas obras de arte, incluidos los códices que, junto a las crónicas de la epoca, ofrecen abundante información y ayudan a recomponer el contexto militar.
«Es una de las cosas más bellas del mundo verlos en la guerra» afirmaba contundente el Conquistador Anónimo, un compañero de Hernán Cortés, para referirse al ejército azteca, con quien libró más de una batalla. Y es que, según nos cuentan las crónicas, los guerreros aztecas vestían espectaculares trajes de batalla elaborados con plumas multicolores, pieles de jaguar, turquesas, corales, plata y oro, que exhibían orgullosos porque los gobernantes aztecas «cuidaban mucho distinguir las personas por sus insignias, sobre todo en la guerra». La mayor parte de la información sobre la guerra azteca, sus armas y sus trajes procede de las crónicas que nos legaron aquellos hombres que, en los primeros años, tuvieron la oportunidad de ser testigos directos. Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo son los más conocidos, pero otros muchos, que les acompañaron en la conquista de México, pusieron a nuestra disposición sus observaciones,aunque no sólo conquistadores, sino también religiosos, como Bernardino de Sahagún o Diego Durán, recogieron testimonios de los propios indígenas, para guardar en la memoria la historia de un pueblo , sin olvidar las obras de los primeros escritores mestizos, Tezozomoc, Ixtlilxóchitl o Chimalpahín, que se interesaron por la vida de sus antepasados indígenas y también dejaron vivos testimonios de un pasado rico y complejo en asuntos militares.
Otra fuente importante son los códices o libros pictográficos donde los aztecas y otros pueblos mesoamericanos registraron su historia, su economía o su religión, si bien es cierto que tras la conquista sobrevivieron pocos de estos libros, no es menos cierto que tras ella surgieron otros nuevos por interés de la Corona o de las comunidades indígenas o de particulares, para legitimar sus posesiones o reclamar las que creían que por derecho les pertenecían.
«Es una de las cosas más bellas del mundo verlos en la guerra» afirmaba contundente el Conquistador Anónimo, un compañero de Hernán Cortés, para referirse al ejército azteca, con quien libró más de una batalla. Y es que, según nos cuentan las crónicas, los guerreros aztecas vestían espectaculares trajes de batalla elaborados con plumas multicolores, pieles de jaguar, turquesas, corales, plata y oro, que exhibían orgullosos porque los gobernantes aztecas «cuidaban mucho distinguir las personas por sus insignias, sobre todo en la guerra». La mayor parte de la información sobre la guerra azteca, sus armas y sus trajes procede de las crónicas que nos legaron aquellos hombres que, en los primeros años, tuvieron la oportunidad de ser testigos directos. Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo son los más conocidos, pero otros muchos, que les acompañaron en la conquista de México, pusieron a nuestra disposición sus observaciones,aunque no sólo conquistadores, sino también religiosos, como Bernardino de Sahagún o Diego Durán, recogieron testimonios de los propios indígenas, para guardar en la memoria la historia de un pueblo , sin olvidar las obras de los primeros escritores mestizos, Tezozomoc, Ixtlilxóchitl o Chimalpahín, que se interesaron por la vida de sus antepasados indígenas y también dejaron vivos testimonios de un pasado rico y complejo en asuntos militares.
Otra fuente importante son los códices o libros pictográficos donde los aztecas y otros pueblos mesoamericanos registraron su historia, su economía o su religión, si bien es cierto que tras la conquista sobrevivieron pocos de estos libros, no es menos cierto que tras ella surgieron otros nuevos por interés de la Corona o de las comunidades indígenas o de particulares, para legitimar sus posesiones o reclamar las que creían que por derecho les pertenecían.
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